A menudo, pulmonía y neumonía son términos que se usan indistintamente para describir una enfermedad respiratoria grave. No obstante, aunque ambas comparten similitudes, habría que matizar alguna distinción. Así que, si quieres conocer la diferencia entre pulmonía y neumonía, en este post te facilitamos la información para que tengas una comprensión clara de estos trastornos respiratorios.
Índice
Qué es la neumonía
Antes de adentrarnos en qué diferencia hay entre neumonía y pulmonía, es importante hablar de cada condición por separado. Empecemos por entender qué es la neumonía.
La neumonía consiste en una infección del tejido del pulmón que puede ser provocada por múltiples microorganismos, como hongos, virus o bacterias.
Entre estas, el neumococo suele ser el origen de la neumonía bacteriana. Por su parte, la neumonía por hongos suelen ser más frecuente en personas con sistemas inmunes débiles o con problemas de salud crónicos.
En cuanto a los virus, el virus de la gripe es la causa más habitual en los adultos para que se dé la neumonía, mientras que en los niños y adultos jóvenes los virus respiratorios son el causante más habitual. Además de estos virus, también puede darse por el coronavirus.
Tipos de neumonía
Las neumonías se clasifican teniendo en cuenta muchísimas consideraciones. Por ejemplo, se pueden clasificar según dónde se adquiere la neumonía.
Si es en el día a día de la persona, se habla de neumonía adquirida en la comunidad, mientras que si se adquiere en un centro sanitario, se hablaría de neumonía hospitalaria. También se puede hacer referencia a la neumonía adquirida en la atención médica (clínicas ambulatorias o centros de atención) y la neumonía por aspiración. Esta última se produce cuando se inhalan alimentos, bebidas, vómitos o saliva y estos penetran en los pulmones.
No obstante, como decimos, se podría hablar de otros muchos tipos de neumonía, así que mencionaremos algunos de ellos.
Bronconeumonía
Este tipo de neumonía se conoce también como neumonía lobular. En este caso, la condición afecta a áreas más pequeñas de los pulmones, como son los bronquios y los alvéolos cercanos.
La bronconeumonía puede estar causada por una amplia variedad de microorganismos y supone un riesgo mayor en personas con sistemas inmunológicos comprometidos.
Neumonía sin fiebre
Uno de los síntomas más característicos de la neumonía es la fiebre. Sin embargo, aunque es muy poco común, se podría dar un tipo de neumonía en el que la temperatura corporal no se eleva por encima de lo normal.
En estos casos la infección puede ser más difícil de detectar y, por tanto, más peligrosa, ya que la fiebre es uno de los primeros signos de alerta.
Neumonía bilateral
En este caso, la infección afecta a los dos pulmones, siendo el tipo de neumonía más grave, ya que compromete una mayor área del tejido pulmonar. Eso puede dificultar aún más la respiración y la oxigenación correcta del cuerpo.
Las personas que padecen neumonía bilateral, con frecuencia, experimentan síntomas más severos y requieren cuidados médicos más intensivos.
Cualquier persona puede sufrir neumonía y es importante saber que hay diversos factores de riesgo. Por ejemplo, el tabaquismo, haber pasado por una infección viral respiratoria reciente o padecer enfermedades pulmonares crónicas como la EPOC.
Aunque la mayoría de las personas sanas se recuperan de la misma, esta enfermedad puede ser mortal.
Pulmonía: ¿qué es?
Pulmonía es el nombre que recibe, de forma general, una enfermedad que afecta a los pulmones o a ciertas partes de los mismos. Se trata de una afección de mucho riesgo, especialmente en personas de avanzada edad, puesto que puede causar ciertas complicaciones peligrosas que podrían comprometer aún más su salud.
La pulmonía puede estar causada también por una variedad de factores. Entre los causantes más comunes se incluyen las infecciones bacterianas, infecciones virales, infecciones fúngicas y la exposición a sustancias químicas tóxicas.
Actualmente, pulmonía es un término en desuso que se considera erróneo, aunque continúa usándose en el lenguaje coloquial. La razón es que al definirse como una enfermedad que afecta a los pulmones, se suele emplear para hacer referencia a diversas dolencias respiratorias, como la neumonía o la bronquitis, cuando lo correcto sería hablar de cada condición de forma concreta.
Pulmonía y neumonía: ¿es lo mismo?
Aunque los términos “pulmonía” y “neumonía” se utilizan a menudo de manera indiferente, es esencial destacar que no son sinónimos desde el punto de vista médico. Ambos hacen referencia a una infección pulmonar, pero pulmonía es un término más genérico.
Por tanto, para entender cuál es la diferencia entre neumonía y pulmonía, es importante analizar varios aspectos importantes dentro de cada una de ellas.
Qué síntomas tiene una neumonía
Cabe destacar que si hablamos de síntomas, se hace un poco complicado establecer diferencia entre neumonía y pulmonía, ya que son bastante similares. Entre dichos síntomas comunes están:
- Fiebre.
- Tos.
- Dolor en el pecho.
- Dificultad para respirar.
- Fatiga.
- Sudoración excesiva.
- Escalofríos.
Sin embargo, si queremos matizar y hablar de qué síntomas tiene una neumonía, concretamente, además de lo mencionado, se podría añadir:
- Dolor muscular.
- Dolor abdominal.
- Tos con producción de esputo (moco).
- Labios o uñas de color azulado si hay falta de oxígeno.
- Confusión o desorientación en las personas mayores.
- Taquicardias.
Infección pulmonar: síntomas
Si hablamos de los síntomas de la infección pulmonar de forma general, es decir, de la pulmonía, se podría decir que estos incluyen:
- Fiebre.
- Tos.
- Dificultad para respirar.
- Fatiga.
- Dolor en el pecho.
Además, se puede concretar que dicha tos suele ser con flema o pus, además de poder presentarse dolor de garganta, sudoración nocturna y cambios en el ritmo cardiaco.
Pulmonía y neumonía: causas
Al hablar de neumonía y pulmonía, otra de las diferencias la encontramos en las causas y agentes patógenos.
La neumonía puede estar causada sobre todo por agentes infecciosos, como pueden ser hongos, bacterias y virus. Por su parte, la pulmonía, como es un término más global, puede darse tanto por infecciones, condiciones médicas subyacentes o sustancias irritantes.
Neumonía: tratamiento específico
El tratamiento para la neumonía va a depender del tipo de neumonía que se tenga y su nivel de gravedad. Por ejemplo, las neumonías bacterianas se tratan con fármacos antibióticos. Dicho antibiótico se determinará según el germen que se sospeche que es causante, las características del paciente o la gravedad de la condición.
De hecho, en la mayoría de casos no es necesario buscar el germen que ha provocado la enfermedad, salvo que los síntomas se compliquen o el enfermo no responda al tratamiento.
Además de los antibióticos, se pueden recetar medicamentos para la tos y analgésicos.
Infección pulmonar: tratamiento
En el caso de la pulmonía, además de fármacos, si se trata de una pulmonía no infecciosa, el tratamiento se centrará en abordar la causa subyacente. Por ejemplo, el manejo de los problemas de salud subyacentes o la interrupción a la exposición a sustancias irritantes.
Pronóstico
Cuando una pulmonía no es infecciosa, su pronóstico puede ser variable dependiendo de la causa y la rapidez con la que se establezca el tratamiento.
Sin embargo, la neumonía es una infección, por lo que la gravedad puede estar más presente en algunos casos, especialmente dependiendo de la salud general del paciente y del agente causante.
En casos graves, puede ser potencialmente mortal, sobre todo en aquellas personas que tienen un sistema inmune débil. Por esta razón y aunque hay ciertas medidas que pueden ayudar a evitar contraer esta enfermedad, nadie está exento de ese riesgo.
Ante esta realidad, contar con un seguro de vida para tu familia puede proporcionaros una gran tranquilidad ante ciertos imprevistos como pudiese ser este.
Diferencia entre pulmonía, neumonía y bronquitis
Pulmonía, neumonía y bronquitis son términos que se entrelazan muchas veces debido a que todos están relacionados con el sistema respiratorio. No obstante, es importante comprende cuál es la diferencia entre pulmonía, neumonía y bronquitis.
Como ya se ha mencionado, la neumonía se refiere concretamente a una infección del tejido pulmonar, mientras que la pulmonía es una inflamación más generalizada, ya que puede estar provocada por una infección, pero también por agentes no infecciosos.
Por su parte, la bronquitis, es una inflamación de los bronquios, que son los conductos que llevan el aire a los pulmones y lo sacan de él para ayudarnos en la respiración. La bronquitis puede ser aguda o crónica. Si es aguda, puede estar provocada por infecciones virales. La bronquitis crónica se asocia principalmente al tabaquismo, siendo una afección más prolongada que puede conducir a complicaciones respiratorias graves.
Uno de los síntomas que diferencian a estas afecciones es que mientras la neumonía suele causar fiebre, la bronquitis no. Además, si hablamos de gravedad, aunque la bronquitis puede llegar a adquirir un carácter crónico, rara vez es primera causa de muerte. En cambio, la neumonía presenta una tasa de mortalidad más elevada por la posibilidad de complicaciones.
¿Se puede prevenir la pulmonía o neumonía?
No existen demasiadas medidas para evitar una neumonía, ya que muchas de ellas comienzan con un proceso viral o gripal. Aun así, toma nota de estos consejos:
- Vacunación anual antigripal. Especialmente importante en niños muy pequeños, mayores de 65 años, personas con enfermedades renales, cardiacas o hepáticas crónicas, enfermedades bronquiales o pulmonares crónicas.
- Vacunación antineumocócica. Esta vacuna evita la aparición de neumonía causada por el neumococo.
- Dejar de fumar. El tabaco va dañando las defensas naturales que protegen a los pulmones de las infecciones. Por lo tanto, es un hábito que predispone a sufrir más estas condiciones.
- Higiene de manos, de forma regular y atenta.
- Fisioterapia respiratoria. Esta mejora la oxigenación, aumentando la resistencia pulmonar y ayudando a prevenir pulmonías, neumonías y otras afecciones respiratorias.
- Hábitos sanos. Una dieta equilibrada, ejercicio regular, buen descanso y la ingesta de líquidos ayuda a mantener un sistema inmune fuerte y a defendernos mejor ante infecciones. Además, puedes incluir en tu día a día la toma de bebidas herbales. Y, sobre todo, si sientes algún síntoma, opta por infusiones para el resfriado.