Cuando somos niños comenzamos a desarrollar ciertas habilidades imprescindibles para nuestro día a día, siendo una de ellas la orientación espacial. Incentivar esta capacidad es algo que se puede iniciar cuando estos son aún bebés, con actividades tan cotidianas como estimulando al niño con el gateo, desarrollando pequeños circuitos de obstáculos, etc.
A medida que los menores crezcan, las actividades para trabajar la orientación espacial irán aumentando en complejidad, pero es una cuestión que se puede seguir desarrollando hasta la pubertad. Por ello, en este post te mostramos algunas de las mejores actividades para la orientación espacial infantil
Índice
¿Qué es la orientación espacial?
Hablamos de orientación espacial para definir una habilidad básica para movernos y situarnos dentro del espacio. Esta habilidad es muy necesaria para realizar actividades tan habituales como diferenciar la derecha de la izquierda, leer o escribir recto.
Por tanto, se trata de una capacidad cognitiva que se encuentra implicada en el aprendizaje de la escritura, la lectura, el cálculo, la numeración, y que es esencial para situar los objetos y para poder orientar correctamente nuestros movimientos en el espacio que nos rodea.
¿Por qué es importante trabajar la orientación espacial infantil?
Además de por las características que se han mencionado, trabajar con actividades la orientación espacial infantil va a prevenir la aparición de dificultades en el plano perceptivo, motriz, personal y social del niño.
Cómo se desarrolla la noción espacial en los niños
El desarrollo de la noción espacial en los niños va mejorando con el paso del tiempo, ya que para ello necesita establecer unas referencias que también se incrementan con los años.
El niño empieza a conformar la idea de su esquema corporal a medida que va desarrollando la noción espacial. Eso implica que el menor compone una imagen mental de su propio cuerpo en relación con el medio y, a partir de esa representación, el conocimiento del mundo va evolucionando para él.
Etapas del desarrollo de la noción espacial en los niños
Antes de empezar a hablar sobre actividades de orientación espacial infantil, es fundamental comprender cómo van desarrollando la noción del espacio los menores. Esta va evolucionando de forma paralela al resto de su pensamiento.
De 0 a 2 años
La noción del espacio en estas edades queda reducida a las posibilidades que el niño tiene para desplazarse. El espacio es tan solo lo que ve y su propio cuerpo es su referencia principal.
Cuando son bebés se puede incentivar su noción del espacio animándolos a gatear hasta llegar hasta ti o pidiéndoles que señalen sus partes del cuerpo.
Además, los niños comienzan a percibir relaciones espaciales entre las cosas, pero no son capaces de interiorizarlas todavía. Por eso, las cosas simplemente «desaparecen» para ellos cuando no están presentes en su espacio vital.
Desde los 2 a los 6 años
El niño ya comprende relaciones espaciales simples como delante, detrás, arriba o abajo. Estas relaciones son cruciales para la correcta evolución de la noción y orientación espacial infantil.
No obstante, aún tiene una idea muy acotada del espacio. Puede entender el espacio de su casa, el del centro de educación al que acude o el de los familiares a los que visita habitualmente, pero no logra abarcar aún la noción de ciudad, barrio o país y su noción de distancia es muy singular.
Por ejemplo, cuando se interpone un tercer objeto entre dos, la distancia entre esos dos se acorta según su noción espacial.
De los 6 a los 11 años
En esta etapa la capacidad de localización progresa muchísimo, permitiendo una observación más objetiva. Además, poco a poco también va adquiriendo el concepto del medio local y nacional.
El niño ya es capaz de analizar y representar el espacio y la perspectiva, por ejemplo, a través de dibujos donde los elementos colocados en fila más grandes son los más cercanos y los más pequeños los más lejanos.
Durante esta etapa la noción del espacio geográfico es adquirida, pudiendo ubicar lugares conocidos en un mapa, así como lograr orientarse usando referencias externas, como edificios o carteles en su camino.
A partir de los 12 años
En la pubertad y la adolescencia se dan cambios, no solo físicos y psicológicos, sino también conceptuales. El pensamiento de un adolescente se mueve ya también con abstracción y no solo con imágenes de cosas palpables.
Por ello, su noción espacial ya no depende de lo concreto únicamente, sino de conceptualizaciones.
Es capaz de permitirse representaciones mentales de dimensiones no comprobables gracias a los órganos de los sentidos y puede entender conceptos astronómicos, como pueden ser las distancias entre estrellas o entre los planetas.
Actividades de orientación espacial infantil
Al igual que existen actividades para trabajar la lateralidad en infantil, son muchas las actividades, ejercicios y juegos de orientación que se pueden emplear en los niños. Veamos algunos ejemplos.
1. Fichas de orientación de objetos cotidianos
Una de las actividades más simples para trabajar la orientación es presentarle al niño unas fichas en las que aparezcan objetos cotidianos para él, colocados algunos de manera incorrecta y uno de forma correcta, con el fin de que señale el que está bien colocado.
Por ejemplo, en una de las secuencias de la ficha, podrían aparecer tres árboles iguales: uno boca abajo, otro de lado y otro de pie. Lo mismo con 3 coches, 3 casas, 3 perros, 3 mesas…
Lo importante es que esos tres objetos sean exactamente iguales y que dos de ellos estén mal dispuestos y uno bien.
2. Recreación de formas simples
Para llevar a cabo esta actividad para trabajar la orientación espacial infantil se deben recortar diversas figuras: triángulos, cuadrados, círculos y rectángulos.
Luego se le presentará al niño una imagen compuesta por varias de esas figuras y se le pedirá que las recree escogiendo entre las que hay recortadas y colocándolas como aparecen en la imagen.
Por ejemplo, un cuadro con el triángulo encima, un triángulo con el círculo debajo, etc.
3. Orientación en el espacio con objetos
La siguiente de las actividades de orientación espacial infantil requerirá un vaso, una cuchara y un tenedor. En este caso, en lugar de seguir unas pautas visuales, tendrá que analizar las palabras de quien dirige la actividad.
Esa persona le pedirá que le entregue los objetos de una manera concreta. Por ejemplo:
- «Entrégame el tenedor dentro del vaso».
- «Dame la cuchara fuera del vaso».
4. ¿Dónde está…?
Para este juego se necesitan unas fichas muy visuales en las que aparecerá una granja y un animal o tractor colocado bien arriba, abajo, delante, detrás, a la derecha o a la izquierda del edificio. Todo ello indicado en la propia ficha.
Aparte, se tendrá una tarjeta independiente con la imagen de la granja, otra con el animal y otra con el vehículo.
Poniendo boca abajo las fichas, el niño escogerá una aleatoria y cogerá las tarjetas que correspondan para representarla.
Cuando el menor haya asimilado bien los conceptos, será él mismo el que decida dónde colocar al animal o el tractor en relación con la granja, diciendo en alto dónde lo ha puesto.
5. El forastero
Las actividades de orientación espacial infantil con mapas son algo más complejas, por lo que requieren que los niños tengan ya una edad superior a los 6 años.
En este caso, se le da al menor un mapa sencillo en el que hay varios puntos de partida y varios de llegada. A lo largo del trayecto hay diversos lugares o elementos que serán los que se mencionarán para trazar la ruta, pues esta no se debe indicar como tal, solo se indica el punto de partida.
Por ejemplo, se le dice que el punto de partida es la ciudad número 1 y que para llegar a su destino primero tiene que pasar por un río. Si el río está dibujado a la derecha de la ciudad, el niño tendrá que decir que va a la derecha. Luego llega a la estación de ferrocarril. Si dicha estación está hacia abajo, eso es lo que tendrá que decir el niño. Y así hasta llegar a su destino.
6. El lado opuesto
Este es uno de los juegos de orientación que más entrenamiento puede aportar a los menores, pero que también requiere de una mayor exigencia.
Para ello se necesita de un objeto pequeño y manipulable, siendo ideal una pequeña pelota. También es ideal que este juego se realice con un grupo de niños muy reducido para que no dispersen su atención.
Los menores pueden colocarse en círculo o mirando en alguna dirección. La norma es entregar la pelota a otro compañero de manera aleatoria, llegando a él por detrás, por delante, desde la izquierda o derecha o pasándosela con el pie o lanzándola un poco por el aire hacia arriba.
Sin embargo, el niño que la recibe deberá decir en alto el lado opuesto por el que se la entreguen. Si se la dan por la derecha deberá decir «izquierda», si se la pasan con el pie, dirá «arriba», etc.
7. Llega a tu silla
Este uno de los juegos de orientación más completos, pues además de esta, también permite trabajar la memoria y la concentración de los niños.
Además, es un juego que puede modificar sus niveles de complejidad en función del recorrido que se le pida al menor.
Para trabajar con esta actividad, se dispondrán varias sillas ubicadas en diferentes puntos, para que cada niño tenga que llegar a una de ellas. Para lograrlo, en el punto de partida, se le dará un mapa con indicaciones.
El niño tendrá que memorizar el recorrido para llegar a su destino. Para hacerlo más fácil se puede establecer en el suelo una cuadrícula para que el menor sepa que cada indicación corresponde a un cuadro y le sea más sencillo moverse por ellos.
8. Cambiando lugares
Esta última actividad de orientación espacial también requiere de cierto nivel y de concentración por parte de los niños.
Para jugar, todos deben ubicarse a igual distancia uno del otro. Después, a uno de los niños se le dará instrucciones para que se ubique en un lugar determinado, en función de la ubicación de sus compañeros.
Por ejemplo, sería algo como: «María, colócate en el lugar donde Lucía quede delante de ti y Luis esté a tu derecha». María no solo tendrá que ubicar a sus dos compañeros en el espacio, sino que tendrá que colocarse donde cada uno de ellos quede en lugar que se le ha mencionado.
La familia es lo más importante y pensar en ella no es solo una cuestión de presente, sino también de futuro, por mucho que tus hijos aún sean tan pequeños que estén trabajando su orientación en el espacio. Y, sin duda, una oportunidad de pensar en su futuro es contar con un seguro de vida que los proteja.